Experiencias Pedagógicas

EXPERIENCIAS PEDAGÓGICAS

Daniel Prieto


Ponencia presentada en el Encuentro de Maestros de Las Heras, Mendoza, Argentina, Oct. 2007

“Ideas, antes que letras”

En el marco de este encuentro de educadoras y educadores de Las Heras y de la provincia de Mendoza, pretendo retomar la relación comunicación educación en el espacio de lo que denomino experiencias pedagógicas decisivas. El argumento central es el siguiente:

la comunicación en la educación alcanza todo su sentido cuando se la logra en el seno de experiencias pedagógicas decisivas, que representan la construcción de comunidades de aprendizaje sostenidas por un proyecto común y por una organización fuerte que las hace posibles.


Para trabajar esta línea de análisis tomaré como punto de partida tres experiencias educativas:

-El proyecto de educación popular, impulsado por Simón Rodríguez.

-La propuesta pedagógica del Movimiento de los sin Techo, de Santa Fe.

-La Escuela N. 4-064 “Intendente Juan Kairuz”, de Palmira.

Avanzaremos de la práctica hacia los conceptos.

La experiencia de Simón Rodríguez


En 1825, en la entonces ciudad de Chuquisaca de Bolivia, hoy Sucre, comenzó una de las experiencias más radicales de la historia de nuestros países, a cargo de alguien cuya labor de maestro incluyó el acompañamiento de la formación de Simón Bolívar, don Simón Rodríguez.

Nos encanta insistir en que tamaña tarea fue lo menos que hizo en su larga existencia, porque nos dejó un legado pedagógico único y apenas entrevisto en nuestro país.

En ese año, con el nombramiento de “Director General de Enseñanza Pública, de Ciencias Físicas, Matemáticas y de Artes” de Bolivia, puso en práctica el proyecto educativo que luego, en su aspiración, debería extenderse a todas las nuevas repúblicas. En cuatro meses habían sido reunidos 200 niños y niñas que aprendían a trabajar con tierra, maderas y metales, acompañados en muchos casos por sus padres. El establecimiento educativo no se llenó con gente de la sociedad privilegiada de entonces, sino con quienes ocupaban los peldaños más bajos de la distribución de la riqueza. Rodríguez proponía que estas tierras debían ser colonizadas por sus propios habitantes, y no por gente traída desde los países considerados más civilizados. Abrió entonces las puertas de su escuela de educación popular a “los verdaderos dueños de estas tierras” y comenzó una tarea basada en principios sociales, más en que pretensiones de adquirir primero las letras. Afirmaba en este sentido: “Ideas, antes que letras”, es decir, la sociedad necesitaba seres que aprendieran a convivir, a hacer cosas juntas, para luego avanzar desde esos verdaderos preceptos sociales hacia lo que pedía tradicionalmente la escuela.

En todo esto la figura del educador ocupaba un lugar fundamental. Una empresa de ese tipo requería alguien con moralidad, espíritu social, conocimiento práctico del pueblo, genio popular, capacidad de comunicación; alguien estudioso, aficionado a la invención y a los trabajos mecánicos, desinteresado, prudente…
Simón Rodríguez impulsó una iniciativa plena de sentido para sociedades que necesitaban encontrar su lugar en el mundo y a la vez dejó el testimonio más estremecedor de lo que significa asumirse de por vida como educador. Comenzó en 1791, en su Caracas natal, como maestro de primeras letras y durante toda su larga existencia (murió a los 90 años de edad, en 1853) no abandonó nunca su práctica, incluso cuando quisieron tentarlo para cargos públicos o para ofrecerle una pensión.

Llamo experiencia pedagógica decisiva a lo impulsado por el maestro en Chuquisaca. Llamo opción pedagógica decisiva a la vida toda de Simón Rodríguez.

Movimiento de los sin Techo


Desde mediados de la década del 80 trabaja en la ciudad de Santa Fe el Movimiento de los sin Techo, coordinado por el padre Atilio Rosso. Entre los numerosos frentes de acción que impulsa (salud, urbanización, alimentación, trabajo…) se cuenta como eje fundamental la educación. Estamos ante un proceso permanente de educación no formal, en el sentido de que se actúa por fuera del sistema, y a la vez porque son puestos en práctica instrumentos y métodos nacidos de la relación con sectores marginados de la población. Una de las experiencias más ricas corresponde a la incorporación de las tecnologías digitales a los jardines. Veamos esto con palabras tomadas de relatos de tales experiencias:
“Mamá mañana no debo faltar al jardín porque tengo compu” fue la advertencia de una niña de cuatro años a su madre en el barrio Loyola .La pequeña asiste al jardín maternal de Los sin Techo y ha empezado a concurrir a clases de computación como una tarea complementaria al mismo, actividad que constituye la primera instancia educativa respecto para niños marginados menores de cinco años.”

“En estos momentos, 700 personas del sector marginado de nuestra ciudad, desde niños que concurren a jardines maternales hasta adultos pasando por escolares y jóvenes, están utilizando las tecnologías informáticas y de comunicación para desarrollar sus capacidades, 200 de ellos en cursos de computación y 500 en curso a distancia por TV. La capacidad de aprendizaje, el entusiasmo y los avances logrados nos permiten afirmar nuestro optimismo y decir que este camino constituye uno de los únicos a seguir en pos de diseñar nuevas estrategias educativas para los carecientes.

Al plantear el problema de “Los sin Techo informáticos” muchos dirán que los pobres tienen otros problemas más urgentes como la asistencia alimentaria, la subsistencia o la salud, lo que es una realidad, pero lo que también es una certeza es que distribuyendo leche, planes Trabajar o remedios no estamos ayudando a los pobres a salir de su pobreza sino que sólo les permitimos una mejor estada en su actual situación de ignorancia y marginación social. Hoy no se puede pensar una estrategia de superación de la pobreza sin asumir la superación de la brecha digital. Por persistir en el asistencialismo hemos dejado a los pobres fuera de la revolución industrial; para no cometer el mismo error debemos abocarnos con urgencia a lograr que se integren a la revolución del conocimiento. Hace más de cien años que se inventó el automóvil, sin embargo, hoy los pobres no pueden acceder al mismo, con las PC no debe pasar igual; para lograr esta meta contamos con la ventaja que da el que cada vez las computadoras son más baratas, más fáciles de usar y de mayor calidad.”1

Llamo experiencia pedagógica decisiva al proyecto impulsado por un movimiento que busca incorporar a sus cursos la vida cotidiana de la gente, el aporte que las madres capacitadas pueden hacer a sus hijos, la búsqueda de una construcción personal y grupal basada en el apoyo mutuo.

…Si me encontraba a los changos que a las bolitas jugaban, la bolsa de los mandados, a un costadito quedaba

Ya sacaba mi terita y si por ahí yo ganaba como nidito y boyero mi bolsito quedaba….


Mercedes Sosa

LA ESCUELA DE JUAN KAIRUZ, PALMIRA


Hace ya más de una década, pero con énfasis desde el 2001 en el campo del arte, la Escuela Juan Kairuz inició un proceso de educación no formal, a través de actividades coprogramáticas, para impulsar en las y los estudiantes la autoestima, la construcción de convivencia y solidaridad y la capacidad de reaccionar frente a situaciones adversas.

El arte se convirtió en la esencia de la escuela, concretado en talleres de danza, música e instrumentos ancentrales, escenografía y máscaras y talleres de arte circense (malabares, zancos). Egresados y alumnas y alumnos de tercero y cuarto, trabajan todo el año en encuentros semanales, los días sábado, para apropiarse de esas posibilidades que ofrecer el arte y para organizar un espectáculo que presentan en Villa Gessel. El sentido de esta tarea es precioso: de la montaña al mar. Ir a conocer el mar.

A medida que avanzan los talleres crece el compromiso, comienzan a aparecer habilidades que permanecían ocultas, los participantes descubren la importancia de la cultura de nuestros pueblo, crece el sentido de pertenencia y se desarrolla una amistad fuerte. Entran en juego el sentido grupal, la capacidad de relación, la alegría, el goce con lo que se hace. La apropiación de recursos de danza, ejecución musical, construcción plástica (todos los talleres son obligatorios) va creando confianza en sí mismo, lleva a plantarse de manera más segura en la vida. La escuela es fuerte en contenidos, pero más todavía en el trabajo sobre lo actitudinal.

Cada año se involucran en esa experiencia alrededor de 150 alumnos, con sus docentes encargados de los talleres. Pero hay una clave que sostiene todo: la organización.

La experiencia de estos años ha demostrado la necesidad de una organización fuerte, de un conjunto de reglas asumidas y respetadas, para abrir alternativas de mucha libertad en la construcción personal a través del deporte, el arte y el apoyo pedagógico.

La organización significa cumplimiento de todas las obligaciones de horarios de doble escolaridad, puntaje para hacerse acreedor de la participación en los talleres y del viaje mediante asistencia, cumplimiento de los requisitos de los estudios, colaboración en la limpieza, participación en las actividades de la escuela… También significa una línea productiva (dulces artesanales, miel…) y una alimentación adecuada para todos.

Veamos manifestaciones de los propios estudiantes:
“… se ha trabajado arduamente a través de estos proyectos para que los jóvenes adolescentes hagan de su escuela un lugar de pertenencia y se identifiquen con sentimientos de valoración a sí mismos, luchen por sus ideales, puedan crear hábitos buenos y positivos como son el trabajo, el estudio, el cuidado de la limpieza, la realización de salsa y dulces caseros y por sobre todas las cosas la manifestación artística, que tanto bien hace a un adolescentes al vivir la escuela como un lugar de alegría y de expresión corporal (desde la música, el canto, las tradiciones regionales, etc.).”

Llamo experiencia pedagógica decisiva a un proyecto sustentado en propuestas teóricas y metodológicas serias, pero sobre todo en seres humanos enamorados de la vida y de la educación, capaces de crear ambientes de encuentro y solidaridad entre las y los jóvenes, en los que la alegría de compartir y de aprender se expresan con toda la energía de la adolescencia.

La vida es un enigma que todos conocemos.
Debido al asombro que nos causa, nos hemos encontrado palabras para describir el misterio.

Minor Arias


El hecho de que la mayoría de la gente vea de manera similar al mundo exterior es atribuida a la similaridad de los procesos subyacentes que forman el modelo mental. La similitud de modelos no implica necesariamente la uniformidad del mundo que da lugar a esos modelos.

 

A.N. Baumgartner

Los conceptos


Caracterizamos una experiencia pedagógica decisiva como: ”un encuentro entre maestros, aprendices y otros miembros de la comunidad educativa y social, basado en la vivencia de prácticas (sostenidas en metodologías y conceptos) que marcan en lo profundo a cada participante, en lo intelectual, en lo emocional y en su vida toda. Nadie es el mismo luego de ese tipo de experiencias”.

Una experiencia pedagógica tiene elementos como:
Capacidad Reflexiva y Creativa
Construcción de Nuevas Subjetividades
Práctica y Producción de Saber Pedagógico
Formas de Ejercicio de Poder 2

Pero nosotros añadimos a ella el término “decisiva” en el sentido de lo que queda en el ser de cada una y cada uno de quienes participan. Volveremos sobre este calificativo.
Veamos primero el sustento. La propuesta de Simón Rodríguez tiene mucho de personal, pero nació también de los estudios y el contacto con la turbulenta vida de la Europa de comienzos del siglo XIX. Tenía claras ese educador las ideas de Rousseau en su Emilio, criticaba el método landcasteriano, poseía una enorme información y sabiduría sobre el pasado y el presente de lo que entonces era América Latina, conocía el pensamiento utópico…, todo lo cual le permitía lanzar afirmaciones como éstas:
-“Más cuenta nos tiene entender a un indio que a Ovidio”.

-Educación bilingüe: “español y el idioma indígena de la zona”.

Una base conceptual que abría el camino a un método para educar en dirección a la convivencia, la cooperación, el interaprendizaje:

-talleres con tierra, madera y metales;

-ideas, antes que letras;

-aprender a convivir en la infancia para convivir en la edad adulta;

-preceptos sociales, primera razón de la escuela, todo lo demás son medios
de comunicación;

-enseñar a fondo el lenguaje, porque desde él se construye también la nueva sociedad.

Quiero decir con todo esto que las experiencias pedagógicas decisivas no se improvisan, no son el fruto de algún taller o de algún momento vivido de manera más o menos intensa. Hace falta recorrer un largo camino para llegar a coordinarlas con madurez.

Veamos esto en la propuesta del Movimiento de los sin Techo. El sustento conceptual es de base cristiana; lo expresa el padre Atilio Rosso: “Lo más grave en este sentido es la educación. Uno escucha todo el tiempo acerca del drama de la educación en Argentina, pero se trata de un problema de Occidente. Occidente ha incorporado a la educación los valores de la cultura económica, que no tienen nada que ver con los grados de conocimiento que va adquiriendo un hombre. Esto se vive con deserción y abandono. Y después se manifiesta con características propias creando una cultura donde existe la violencia, la muerte, la deslealtad. Eso también incide en Santa Fe.

Los chicos ven por televisión todos los programas que engendra esta cultura y que terminan anexándolos a ella y no a la cultura de su abuelita. Creo que es urgente recobrar la memoria del pasado, nuestra historia, nuestras realidades, cómo nacimos. Yo soy hijo de una cultura que tiene ayer y por eso no puedo deslumbrarme por los acontecimientos de hoy perdiendo la dimensión del ayer”.

Otra cosa que me parece importante es tomar conciencia colectiva de los problemas. Yo digo que hay que curarse, que no hay que seguir el ritmo de esta cultura porque así asistiremos a nuestra propia muerte. Creo que tenemos que buscar una toma de conciencia y no tener miedo de ver la realidad ni de caracterizar nuestra ciudad con sus problemas. No es cuestión de rasgarse las vestiduras ni soñar con buscar culpables; si los busco voy a terminar hablando de generalidades: del imperialismo, de los medios de comunicación, de la cultura masiva, y con eso no arreglo el problema. Yo creo que hay que descubrir que existe el otro; hay que descubrir la alteralidad. Esté en un colegio privado o público, tengo que hacerle descubrir al educando que en mi ciudad hay tantas escuelas, tantos chicos, que hay una universidad que abarca tanto y que tiene tales problemas. Cada santafesino tiene que interiorizarse de su ciudad; no puede encerrarse en su islita, su colegio, su empresa, su club.”3

Y el Movimiento plantea los alcances de un método sostenido por los siguientes principios:

1. Principio de contextualización: reconocimiento de las condiciones socioculturales de los estudiantes que participan en el programa y constante aplicación de los contenidos y destrezas al contexto.

2. Principio de acompañamiento adulto: de manera especial el estudiante adulto marginal necesita un acompañamiento desde el Programa y de sus propios compañeros.

3. Principio de relación y aprendizaje adultos: especial atención al trato dado a los estudiantes, desde los materiales y desde las relaciones presenciales o a distancia con los educadores.

4. Principio de diálogo de saberes y experiencias: reconocimiento de los saberes y experiencias de los estudiantes, como base para la incorporación de nuevos conocimientos.

5. Principio de mediación pedagógica centrada en la vida cotidiana del estudiante adulto: el punto de partida es la vida cotidiana, pero el acto educativo busca, desde ella, avanzar hacia formas de transformación.

6. Principio de comunicación: tanto desde una buena comunicabilidad de los materiales de estudio y por parte de los educadores, como desde la capacidad de expresar lo aprendido.

7. Principio de productividad: todo aprendizaje debe concretarse en resultados válidos para la propia vida, para la superación de la condición en que se encuentra el aprendiz.

8. Principio de solidaridad: el Programa se centra en el interaprendizaje y en las relaciones de apoyo mutuo entre los participantes.

La escuela Juan Kairuz se sustenta en propuestas teóricas valiosísimas para el trabajo con adolescentes. La base está en la vieja tradición del sentido de comunidad, expresado en ideales que han atravesado siglos de historia. Un aprendizaje entre y con los otros, una vivencia de la institución como espacio de encuentro y de logro personal, en el que se ponen en juego las mediaciones necesarias para aprender y para construirse.

Entra aquí la propuesta de Reuven Feuerstein, en torno a la mediación cognitivo-emocional, con bases relacionadas con la diversidad, la creatividad, la meta-cognición y la adaptabilidad socio-emocional.

Y entra el concepto de resiliencia, entendido como “la capacidad del individuo para hacer las cosas bien pese a circunstancias adversas. Esto implica la capacidad de resistencia y una facultad de construcción positiva”.4

Cuando se visita la Escuela, se puede apreciar un cuadro colocado en la dirección, basado en propuestas de Nan Henderson y Mike M. Milstein, en el cual se basa en buena medida la organización del establecimiento:

-establecer y transmitir expectativas elevadas;
-brindar oportunidades de participación significativa;
-enriquecer los vínculos prosociales;
-fijar límites claros y firmes;
-enseñar “habilidades para la vida”;
-brindar afecto y apoyo.

La condición de posibilidad de la concreción de todos esos ideales pasa por el compromiso y el entusiasmo de quienes se responsabilizan por la Escuela, directivos, docentes, personal administrativo, personal responsable de la preparación de alimentos, coordinadoras y coordinadores de los talleres. Y, por supuesto, por la presencia de generaciones de jóvenes que sienten y comprenden el sentido del proyecto.

Las tres experiencias que hemos presentado como paradigmáticas están sostenidas por comunidades de aprendizaje. Simón Rodríguez da una enorme y justa importancia al educador, pero los principios sociales se aprenden en la interacción del grupo, sea de niños o de éstos con los adultos.

Ello lo llevó a decir: “todo aprendizaje es un interaprendizaje.”

Cuando el Movimiento de los sin Techo ofrece capacitación a las madres para que actúen como capacitadoras de sus hijos en informática, retoma un lazo fundamental de la vida y lo incorpora a la educación no formal. Todo aprendizaje, podemos decir aquí, es una práctica entre seres que se aman. Y en el caso de Palmira se vive de manera constante uno de los momentos más humanos y más comunitarios: la fiesta.

“Nunca pongas en duda que un pequeño grupo
de ciudadanos
preocupados y comprometidos
pueda cambiar
el mundo;
de hecho es
lo único
que lo ha
cambiado”.


Margaret Mead

La comunicación


Nada de soledades, en estos tres ejemplos, nada de personas abandonadas a sus fuerzas con todo el peso encima de una estructura burocrática.

Derivada del sentido de comunidad de aprendizaje, tenemos la colaboración, el apoyo mutuo. Son imposibles los talleres, el trabajo en los jardines, la preparación de la fiesta, sin contar con la práctica de quienes participan. Construcción constante en el seno de la acción orientada al logro de todos. Construcción del grupo y de uno mismo, porque no hay que olvidar que en educación construir es en primer lugar construirse. Estamos en el maravilloso terreno de las comunidades de aprendizaje.

Las preguntas se desencadenan:

¿Existen comunidades en la educación formal dirigidas a permitir, a impulsar el interaprendizaje?

¿No será que muchas de nuestras instituciones están organizadas para dificultar la construcción de comunidades?

¿No será que vivimos de manera constante en un marco de acechanzas al interaprendizaje, a las comunidades de aprendizaje?

Si queremos hacernos ricos y acumular…
es inútil que pidamos consejo a los indígenas…
pero si queremos ser
felices, unir al ser
humano con lo divino,
integrar persona y
naturaleza,
compatibilizar el trabajo con el ocio,
armonizar las relaciones intergeneracionales…
entonces hablemos
con ellos”.


Citado por Leonardo Boff

Las acechanzas a las experiencias pedagógicas decisivas


Reconocemos las siguientes acechanzas:

-la acechanza de la soledad;
-la acechanza de las muchas formas de poder institucional;
-la acechanza de las migajas de salarios con que nos malpagan la vida dedicada a educar;
-la acechanza del estrechamiento de los tiempos de reflexión, de lectura, de pensamiento;
-la acechanza del debilitamiento de la voluntad de aprender y de interaprender.
-la acechanza del estrechamiento de la voluntad de comunicar.

Remontar las acechanzas, defenderse de ellas, es una tarea dura y difícil en estos tiempos nuestros. En definitiva todas se orientan a frustrar en el trabajo educativo la concreción de experiencias pedagógicas decisivas, las cuales no son sólo una condición de desarrollo de las y los estudiantes, son un derecho de todos quienes nos llamamos educadoras y educadores. En la medida en que priman las acechanzas, el sentido de nuestra práctica se estrecha, pierde energía, se sumerge en un torrente de rutinas o de tensiones insoportables.

Porque lo primero que lastiman las acechanzas es la comunicación. Necesitamos reconocer que ésta no brota límpida, como de fuentes incontaminadas, en cualquier situación social. La comunicación es una trama muy sensible a todos los vientos de las relaciones humanas. Las acechanzas inciden sin tregua en esa trama para colmarla de vacilaciones, de dudas, de suspicacias. Frágil cristal, la comunicación se quiebra a menudo para siempre.

Sin ella, sin ese sentir y sentirse entre los demás, sin la interlocución, sin la historia compartida, sin el reconocimiento del otro y de uno mismo, no es posible aspirar a experiencias pedagógicas decisivas.

Paso ahora a proponer elementos derivados de las consideraciones que he venido haciendo:

La condición humana, la posibilidad de humanización de cada una y cada uno de nosotros está signada por el aprendizaje.

Ganamos en humanización, nos volvemos seres humanos, a través de otros seres humanos.

En el camino de alguien hacia la sociedad y hacia sí mismo, siempre hay otro.

No hay habla posible sin el habla de los otros.

Aprender del otro, aprender con el otro, lo que significa un acto precioso de comunicación.

Educación y comunicación están a la base de nuestra humanización.

Desde ese punto de vista, “todo aprendizaje es un interaprendizaje”.

Y todavía tenemos más palabras de Simón Rodríguez: “Estamos en el mundo para entreayudarnos y no para entredestruirnos”.

La comunidad es la condición de posibilidad del interaprendizaje.

Donde no hay comunidad, difícilmente hay interaprendizaje.

Todo esto puede tener el sabor de algo ideal y en cierto sentido representa un ideal. Pero las experiencias paradigmáticas que hemos presentado nos hablan de las condiciones de posibilidad del ideal:

-claridad en la utopía pedagógica: saber adónde se quiere ir y con quiénes;

-claridad conceptual y de método;

-claridad en la capacidad de organización y de gestión necesaria para concretar el proyecto;

-voluntad de aprendizaje e interaprendizaje;

-voluntad de comunicación;

-continuidad de la práctica (Simón Rodríguez había organizado el sistema para varios años, pero la sociedad de la época le impidió seguir adelante; en el caso del Movimiento de los sin Techo y de la Escuela Juan Kairuz se ha logrado sostenibilidad de los proyectos);

-mirada pedagógica.

Traigo este último concepto como cierre de mi texto.

Llamo mirada pedagógica a:

La capacidad de percibir a los demás como seres de aprendizaje, comunicación y desarrollo, en cualquier edad y situación social que sea.

Pero no se queda ella en la comprensión de los aprendices, se amplía a todo lo que un educador ve.

La mirada pedagógica percibe a la totalidad de la cultura como un infinito tesoro de recursos para promover y acompañar el aprendizaje y el desarrollo.

Y adquiere sentido cuando se la dirige hacia el propio ser:

No hay mirada pedagógica posible sin mirarme a mí mismo, en tanto educador o educadora, como un ser de aprendizaje y desarrollo.

Hablamos de una pobre mirada pedagógica cuando la misma alcanza para ver sólo lo evidente en el espacio de la educación. El ámbito del aula, por ejemplo, por importante que sea.

La construcción de la mirada significa su ampliación a todos los horizontes del trabajo educativo. Le hacemos un mal servicio a nuestra práctica cuando nos atrincheramos en precarios límites, como si ellos pudieran legitimarnos. La mirada pedagógica, entonces, dirigida a las relaciones presenciales, a los textos y otros materiales, a la cultura mediática, a la institución, al contexto… La mirada pedagógica capaz de encontrar sentido educativo a lo no formal, a lo informal.

Las experiencias pedagógicas decisivas tienen como condición de posibilidad esa mirada pedagógica. Nacen de liderazgos, de seres maduros en la preciosa tarea de promover y acompañar aprendizajes. Cuando se avanza en los procesos, cuando se viven las experiencias pedagógicas decisivas, la mirada se amplía a todos los integrantes del grupo, incluso a las y los estudiantes. El otro, los otros, son vistos, apreciados, como seres de los cuales y con los cuales es posible aprender y aportar lo propio.

Iniciativas educativas entendidas de esa manera, llevadas a la realidad con tanta creatividad y pasión, constituyen una comunidad en la mirada y en la práctica pedagógica. Algo decisivo para construir y construirse como ser humano entre seres humanos sostenidos por el entusiasmo, la alegría de compartir y de impulsar un proyecto común.

Así se crece.

Daniel Prieto.


1 Movimiento de los sin Techo. Ejerciendo el derecho a la educación, Santa Fe, 2006.
2 Observatorio Pedagógico del Instituto para la Investigación Educativa y Desarrollo Pedagógico, IDEP, Bogotá, Colombia.
3 Rosso, Atilio. Las palabras y los hechos. Reflexiones sobre la pobreza, la libertad, la espiritualidad y el coraje. Santa Fe, Ed. Movimiento de los sin Techo, 2004.
4 Vanistendael, Stefan (1995), citado en el documento de la Escuela “La resiliencia como posibilidad”, 2003.